Reflejos de la luna azul

Una vez en la luna azul

En la quietud del cielo nocturno tiene lugar un acontecimiento celeste que cautiva nuestros corazones: la Luna Azul. Este raro fenómeno, en el que dos lunas llenas adornan el cielo en un mismo mes del calendario, ha sido durante mucho tiempo una fuente de asombro e inspiración. Hoy, BuDhaGirl nos gustaría volver a visitar uno de los blogs más encantadores para compartir lo mucho que nos gusta la Luna Azul.

¿Por qué la Luna?

La Luna siempre me ha cautivado. Me encanta aprender sobre ella, leer sobre sus misterios, experimentarla a diario y celebrar su plenitud mensual. También me di cuenta de que, desde enero, he estado escribiendo sobre la reflexión y que no hay mayor reflector que la luna.

¿Somos como la superficie de la Luna?

La Luna no tiene su propia fuente de luz. Su belleza reflectante no es más que la luz del sol reflejada en su superficie con un poco de otra cosa llamada "brillo terrestre". Y esto me hizo preguntarme. ¿Somos nosotros también como la superficie de la luna, reflejando la luz de los demás que brilla sobre nosotros?

Reflejar como la superficie de la Luna

Mi respuesta es inequívocamente sí. Recuerda el viejo dicho: Dime quiénes son tus amigos y te diré quién eres tú. Hmmmmm. Muy cierto, porque los amigos, sobre todo los buenos amigos, te iluminan. O no. Piensa en cuando un amigo absorbe toda la luz de la habitación, ya sea por ego o por simple desconsideración. ¿Cómo te sientes? No es un juego de palabras, pero ninguno de nosotros quiere estar en la órbita de esa persona.

Sin embargo, un amigo amable, uno que te apoya, uno que se alegra de dejarte brillar, y que él mismo es un faro de luz porque irradia una luz interior que ilumina a todos los que le rodean; esos son los amigos que todos queremos. Nos alegramos de ser lunas con soles que se reflejan en nosotros.

La importancia de la práctica de la autorreflexión

Quiero terminar mi blog contándote un viejo cuento: La luna quería aprender a bailar, pero como era tan grande, pensó que bailar era imposible. Giraba alrededor de la Tierra, observando a la gente bailar bajo su luz plateada, y oh, cómo deseaba ella poder bailar. Un día, la luna miró hacia el océano y vio su propio reflejo meciéndose en las olas. Estaba bailando. El océano, una improbable pareja de baile, reflejaba a la luna. El océano siempre ha reflejado a la luna, pero tuvo que ser la luna la que se diera cuenta.